Un chico de ciudad, Kenny, se fue al campo y compró un burro a
un viejo granjero por 100 euros.
El granjero acordó entregar el burro al día siguiente. Pero a
la mañana siguiente, el granjero apareció y dijo:
-Lo siento hijo, pero tengo malas noticias, el burro murió
anoche.
-Kenny dijo: Bien, entonces devuélveme mi dinero.
-El granjero respondió: No puedo hacer eso. Me lo gasté ayer
por la tarde en el pueblo.
-Y Kenny dijo: Vale, entonces descarga el burro.
-¿Qué vas a hacer con él? - Preguntó el granjero.
-Voy a rifarlo.
-No puedes rifar un burro muerto.
-Ya lo creo que puedo. Y si no, mira. Simplemente no le diré a
nadie que el burro está muerto - dijo Kenny.
Un mes más tarde el granjero se encontró con Kenny.
-¿Qué pasó con el burro muerto? -le preguntó.
-Lo rifé. Vendí 449 tickets a dos euros cada uno y obtuve un
beneficio de 898 euros.
- ¿Y no se quejó nadie?
-Sólo el ganador, pero le devolví los dos euros y se calló.
Entonces Kenny creció y se convirtió en presidente de ENRON.
Se encuentran un inglés, un alemán y un español en una cafetería y
toman unas copas juntos. De repente el inglés les dice a los otros:
- Oye, ese de ahí de en frente es igualito que Jesucristo
- Bah, qué va a ser Jesucristo
- Que sí, que sí. Pero si es igualito. La barba, la túnica... ¡Ese de
ahí es Jesucristo seguro!
- ¡Que no hombre, que no!
Se levanta el inglés, se dirige hacia el hombre de la mesa de enfrente
y le pregunta:
- Tú eres Jesucristo, ¿verdad?
- ¿Yo? ... Yo que voy a ser Jesucristo. ¡Pues claro que no!
- Que sí tío, que tú eres Jesucristo.
- ¡Que no lo soy, pero habla más bajo hombre!
- ¡Que sí, que yo sé que tú eres Jesucristo!
Y tanto le insiste que ya el hombre le susurra al inglés:
- Mira, efectivamente soy Jesucristo, pero por favor habla bajito y no
se lo digas a nadie porque me vas a formar un escándalo impresionante
en la cafetería. Como los demás se enteren verás.
Y el inglés loco de alegría le dice:
- Tengo una lesión en la rodilla que me hice de pequeño haciendo
deporte. Por favor, cúrame.
- No mira, milagros no. Que luego vas, se lo cuentas a tus amigos y me
tiro toda la tarde haciendo milagros.
- Por favor, por favor. Cúrame, venga cúrame. Por favor.
- ¡Que no!
Y el inglés le insiste tanto que finalmente Jesucristo le pone la mano
sobre la rodilla y le cura. Y dice el inglés:
- ¡Muchas gracias! Te estaré siempre agradecido. Gracias de verdad.
- Bueno, vale, vale. No grites y vete. Pero eso si, no se lo cuentes a
nadie.
Y el inglés se va a su mesa y, claro, se lo cuenta todo al alemán y al
español. Se levanta el alemán y va corriendo hasta la mesa de
Jesucristo y le dice:
- Oye, que me ha dicho mi amigo que tú eres Jesucristo.
- ¡Joder! No grites y vete que yo no soy Jesucristo.
Y le insiste tanto que al final lo reconoce y le dice:
- Mira, pues sí, soy Jesucristo, pero cállate y no grites porque la
gente de la cafetería ya se está empezando a mosquear y me voy a tener
que marchar de aquí.
Y el aleman le dice:
- Tengo un ojo de cristal. Por favor cúrame.
- Mira, más milagros no porque tu companero te lo ha contado a ti y tú
se lo vas a contar a todo el mundo.
- Que no, de verdad, que no se lo contaré a nadie.
Y le insiste tanto que finalmente Jesucristo le pone la mano en el ojo
y se lo cura.
- ¡Gracias, muchas gracias, de verdad!
Y el alemán se va a su mesa y se lo cuenta a sus amigos.
Entonces Jesucristo empieza a pensar que en breves instantes aparecerá
por allí el español queriendo, como todos, que le cure ésta o aquella
cosa. Pero el tiempo pasa y el español no viene, y no viene, y no
viene. Y entonces Jesucristo, ya mosqueado y picado por la curiosidad,
se levanta y se va hacia la mesa donde están los tres y poniéndole la
mano en el hombro al español le pregunta:
- Oye, ¿tú por que no...
Y el español salta de la silla y apartándose violentamente le dice:
- ¡Eeeeh, tú! ¡Sin tocar, que estoy de baja!
(Distintas fuentes aseguran que este relato es
verídico, y forma parte de un juicio por accidente de
trabajo llevado a cabo en Pontevedra, Galicia)
Explicación de un albañil a la Compañía Aseguradora
que no comprendía, debido a la naturaleza de las
lesiones, cómo podía haber ocurrido el accidente.
Poder Judicial de Galicia
Tribunal de Primera Instancia de Pontevedra
Excelentísimos señores:
En respuesta a su pedido de informaciones adicionales,
declaro:
En el ítem Nº 1, sobre mi participación en los
acontecimientos, mencioné: "Tratando de ejecutar la
tarea sin ayuda", como causa de mi accidente.
Me piden en su carta que dé una declaración más
detallada, por lo que espero que lo que sigue aclare
de una vez por todas sus dudas.
Soy albañil desde hace diez años. En el día del
accidente estaba trabajando sin ayuda, colocando
ladrillos en una pared del sexto piso del edificio en
construcción en esta ciudad. Finalizadas mis tareas,
verifiqué que habían sobrado aproximadamente 250
kilogramos de ladrillos.
En vez de cargarlos hasta la planta baja a mano,
decidí colocarlos en un barril y bajarlos con ayuda de
una roldana que felizmente se hallaba fijada.a una
viga en el techo del sexto piso. Bajé hasta la planta
baja y até con una soga, y con ayuda de la roldana lo
icé hasta el sexto piso, luego de lo cual até la soga
a una de las columnas del edificio.
Subí luego hasta el sexto piso y cargué los ladrillos
en el barril. Volví para la planta baja, desaté la
soga y la agarré con fuerza, de modo que los 250
kilogramos de ladrillos bajaran suavemente. Debo
indicar que en el ítem 1 de mi declaración a la
policía indiqué que mi peso corporal era de 80
kilogramos. Sorpresivamente mis pies se separaron del
suelo y comencé a subir rápidamente arrastrado por la
soga.
Debido al susto que me llevé, perdí mi presencia de
espíritu e irreflexivamente me aferré aún más a la
soga, mientras ascendía a gran velocidad. En las
proximidades del tercer piso me encontré con el barril
que bajaba a una velocidad aproximada a la de mi
subida y me fue imposible evitar el choque.
Creo que allí se produjo la fractura del cráneo.
Continué subiendo hasta que mis dedos se engancharon
dentro de la roldana, lo que provocó la detención de
mi subida y también las quebraduras múltiples de los
dedos y de la muñeca.
A esta altura de los acontecimientos ya había
recuperado mi presencia de espíritu, y pese a los
dolores continué aferrado a la cuerda. Fue en ese
instante que el barril chocó contra el suelo, el fondo
del mismo se partió y todos los ladrillos se
desparramaron.
Sin los ladrillos, el barril pesaba aproximadamente 25
kilogramos. Debido a un principio físico simple
comencé a descender rápidamente hacia la planta baja.
Aproximadamente al pasar por el tercer piso, me
encontré con el barril vacío que subía.
En el choque que sobrevino, estoy casi seguro se
produjo la fractura de tobillos y de la nariz. Este
choque felizmente disminuyó la velocidad de mi caída,
de manera que cuando aterricé encima de la montaña de
ladrillos, sólo me quebré tres vértebras.
Lamento sin embargo informar que cuando me encontraba
caído encima de los ladrillos con dolores
insoportables y sin poder moverme, y viendo encima de
mí al barril, perdí nuevamente mi presencia de
espíritu y solté la soga.
Debido a que el barril pesaba más que la cuerda,
descendió rápidamente y cayó encima de mis piernas,
quebrándome las dos tibias.
Esperando haber aclarado definitivamente las causas y
desarrollo de los acontecimientos, me despido
atentamente. Será justicia.